La reducción de los presupuestos destinados a cultura, memoria y derechos humanos constituye un ataque directo contra la democracia que hemos construido colectivamente. Desde los memoriales y sitios de memoria, no solo trabajamos en la pedagogía de la memoria y honramos las vidas de las personas detenidas desaparecidas y ejecutadas políticas, sino que también colaboramos diariamente con comunidades y territorios en un diálogo intergeneracional, educativo, cultural y de reflexión para fortalecer la democracia y fomentar una sociedad que defienda sus derechos.

Quienes vulneran nuestro trabajo deben saber que los sitios de memoria y memoriales realizan una labor que el Estado de Chile debería llevar a cabo en educación en derechos humanos y memoria, de acuerdo con los compromisos internacionales que hemos firmado y ratificado. Es esencial que los representantes políticos comprendan que, con cada programa, actividad e intervención, buscamos fortalecer los lazos comunitarios y asegurar que cada habitante de nuestro país se sienta respaldado en la defensa de sus derechos, y en la garantía de que nunca más se quebrantará su vida.

Asimismo, recordamos que nuestro enfoque no se limita a abordar la dictadura y las violaciones de derechos humanos de ese período histórico, sino que se extiende al presente, trabajando directamente con diversas comunidades: juntas de vecinos, disidencias sexo-genéricas, personas con discapacidades, niñeces, adolescentes, personas mayores, migrantes y comunidades racializadas, promoviendo la inclusión y la participación de todos los sectores de nuestra sociedad.

Cada recurso que se desvía de la memoria y los derechos humanos contribuye a la proliferación de discursos de odio que ponen en riesgo la seguridad y la vida de las personas. Recordemos que el Estado de Terror que vivió Chile aún persiste en países vecinos de América Latina, donde gobiernos continúan deteniendo arbitrariamente y torturan a sus habitantes.

Instamos a todas las fuerzas políticas del país a entender que apoyar la memoria, la cultura y los derechos humanos es fundamental para fortalecer nuestra democracia, de modo que esta proteja a todas las generaciones, independientemente de sus posturas e ideologías, y se comprometa con un futuro de igualdad y dignidad para todos sus habitantes.