“(…) Cuanto más grande y dolorosa es la tristeza más fuerza tiene para darte impulso y llevarte hasta los lugares donde hay paz y belleza dentro de ti. Fuera de ti.”
(José Masiques)
Myriam Sepúlveda (27) vive entre trazos, pinceles, diminutos grumos de óleo y bastidores. Algo tímida y serena en el hablar, nos cuenta que desde hace un tiempo está empeñada en materializar un proyecto que nace de su interés por “el tema de la memoria de acá de Paine”.
Nos lo dice en su sencillo taller de la Villa Los Paininos. Allí lleva varios meses sumergida para dar forma a una suerte de noble empecinamiento al que ha dedicado horas de bocetos y pinceladas. Con ellos ha ido curtiendo las historias individuales de siete mujeres que integran la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine (AFDDyE-Paine), igual de paininas que ella.
La idea se fue forzando a puro ‘ñeque’ y sin más apoyo que el de su familia y amistades. Junto a sus compañeras de activismo, Catalina Gómez (historiadora) y Camila Donoso (publicista), se las emprendieron con una rifa que les permitió reunir los recursos para adquirir, principalmente, los bastidores de 170 x 120 en los que Myriam ha plasmado los retratos con un realismo que conmueve.
“Me interesaba más que nada las familiares, en especial las mujeres. Porque también estoy ligada al activismo, al feminismo, desde hace muchos años. Entonces, siempre me ha interesado saber qué pasó con esas mujeres, con esas madres, con esas esposas, hermanas, tías”, dice de entrada.
La trementina perfuma el rinconcito donde Myriam -con su impronta de niña- ha establecido íntimos diálogos con esposas e hijas de detenidos desaparecidos y/o ejecutados de Paine. Lo ha hecho a punta de paciencia, rasgos aquí, brillos acá y el viejo ‘Thori’ moviendo la cola; sombras y luces… por sobre todo luces.
“Conversando con algunas de ellas, llegué a la conclusión de que no todo terminó cuando desapareció su familiar, sino que hay una lucha de años y años por la justicia que no es solamente la desaparición de su familiar”, explica Myriam.
Flor Lazo, Amparo Gaete, Ana María Álvarez, Amada Valdivia, Rosa Vidal, Holanda Vidal y Guadalupe Mora son las mujeres que Myriam ha venido retratando, inspirada en “la garra y valentía para luchar y buscar a sus familiares”, como destaca.
“Queríamos saber esas historias, qué pasó con ellas; con ellas como protagonistas, todo lo que tuvieron que vivir. La mayoría sabemos la historia de sus familiares, pero ¿qué pasa con ellas?, ¿qué pasó con sus hijos?, ¿cómo fue esta vida que tuvieron que padecer?, ¿Cómo vivieron su vida de madres, de esposas… los miedos que quedaron?, se pregunta.
“Lo que más nos ha sorprendido con mis compañeras es la resiliencia que han tenido estas mujeres. Siempre han tenido la garra para luchar, para seguir con sus vidas y seguir buscando a su familiar. Nos sorprende bastante que, a pesar de todo, de todos estos años de negación, de violencia hacia a ellas, siguen de pie y sin miedo a contar su historia. Eso es muy inspirador”, relata sentada en su taller.
Pintar para que no gane el olvido
El proyecto que Myriam impulsa junto a Camila y Catalina es íntegro. A los óleos se suma una apuesta audiovisual y de texto. Aún deben reunir recursos y costear los materiales faltantes, pero Myriam y sus compañeras no se amilanan. “Estamos postulando a algunos proyectos, pero si no salen, haremos una nueva rifa”, dice y esboza una sonrisa.
A las tres las mueve la urgencia de poner en su sitial las historia de estas “vecinas que una ve día a día (…) que sepan que a más personas nos interesa, que no están solas. Eso es lo que yo intento reflejar. A ellas como protagonistas de su propia historia y no como la hermana o la hija de… de todo lo que tuvieron que pasar a lo largo de estos casi 50 años”, recalca.
Con el mismo ímpetu, Myriam ve este proyecto como una decidida defensa de la memoria. Una suave pincelada de óleo que reafirma, sin más, el coraje de las mujeres en la lucha contra el olvido.
“Me ha hecho reafirmar la fuerza de las mujeres en general. Ellas nos contaron cosas que pueden resultar obvias, como salir en la búsqueda de un familiar desaparecido, pero no sé si es tan obvio tener toda esta garra durante tantos años”, comenta.
“Es super importante la memoria y tener en cuenta a estas mujeres, porque son un ejemplo de mujeres. Recibí muchos comentarios de por qué hay que seguir con esto. Pero yo sigo creyendo que no hay que olvidarlo nunca”, sentencia.