Cantó el hombre a la vida/Cual campesino se hizo/Sol y tierra como piso/Ignacio Santander diga./Y Aldair cuando escriba/Que con gran letra lo hace/Gira Trompo desenlace/Si de niño a trabajar/Temprano sin estudiar/El campo fue sí, su clase.
Aldair alza tímidamente su mano. Quiere contar que conoció a Ignacio, que vio su guitarra y su gorro; y las notas de las canciones que, a sus doce de trabajar en la viña, por allí por El Escorial, Ignacio entonó, así niño y campesino.
A Aldair nadie le dijo que a Ignacio lo mataron, pero él lo supone y lo dice firme. Y Aldair no ríe. A sus también 12 años, ha venido desde julio aprendiendo a construir décimas; a eso de octosilabar historias y vivencias en una sala de clases junto al profe’ Cristian, Mario y la tía Valentina, “que, aunque sea chiquitita, yo la tengo que escuchar…”.
Hoy, Aldair se ha encontrado con su amigo Ignacio; sí, Ignacio Santander Albornoz. Y ha sabido de él, que ambos son la misma historia. Que Ignacio dejó la escuela para trabajar y ayudar a la prole’. Pero, Aldair no dejará la escuela. Y contará con sus deditos cuánta sílabas cantan a Ignacio.
Aldair hará décimas de futuro con sus ojitos de niño painino. Aldair ya sabe y queda en su memoria Ignacio del Tránsito Santander Albornoz. Y sonreirá a esa historia que acaba de conocer. Y aunque no sogueará el trompo, ya sabe que Ignacio lo hizo. Que Ignacio jugó con la pequeña Flor e hizo bailar a Anita, su hermana. Que sembró almendras en sus manos con un anillo. Que nunca tuvo una cédula de identidad.
Aldair cursa el séptimo año de enseñanza básica en la Escuela Alemania, en Paine. A sus 12 años distingue su silente forma de ser. En la sala de clases participa siempre cauteloso. Lo hace cuando el curso crea una décima colectiva que dedican a la tía Valentina, que los acoge y ama a diario en patio, recreos y aula.
“Ella me hace aprender/Con cariño y valores/Sumas, restas y canciones/ Lindas cosas pa’ crecer”, cierra la décima del séptimo año de la Escuela Alemania.
“… Cantando lindas canciones/en Paine hago camino/cual criollo peregrino/andando sin rumbo alguno…”, corean al unísono en la sala del colegio Challay, cuando septiembre epilogaba.
“Un aplauso: ¡Plap!”, dice el profe Mario Calderón, a cargo del proceso creación colectiva.
Paine es una semilla
Ha sido un camino que desde julio iniciamos para promover y rescatar un patrimonio de alto valor de este Paine amado. Un sendero de bella tierra que llamamos Paine en Décimas, un recorrido por las raíce sde la creación musical campesina, que se hizo programa de radio y convocó a los estudiantes de la Escuela Alemania y Colegio Challay, ambos establecimientos educacionales de la comuna.
“Para mi sirvió harto, porque de las décimas sabía, pero nunca las conocí tanto. Y, después, me llegó esa motivación que me llevó a hacer la décima…”, dice Simón Ramírez, alumno del colegio Challay.
Con dos ediciones mensuales, el programa se inició en abril los segundos jueves de cada mes, a través de Radio Golondrina de Paine. Cada capítulo quedó almacenado en la plataforma Spotify, disponible para todas y todos.
Nos propusimos conocer el mundo de la creación poética y musical campesina; el canto a lo humano y a lo divino que desde siempre nos alumbran los hermanos Ortiz Acevedo y gran parte de los 70 de Paine. Echamos mano al hermoso valor de la radio para hacerle saber a Paine y al mundo cómo fue que desde la memoria nos acercamos a ese patrimonio y, en este presente, pudimos descubrir y compartir testimonio y voces de cantores y cantoras de Paine. Y, en medio, el aula se inundó de métrica y octosílabos, junto a estudiantes, profesoras y profesores de música.
“Hubo otras composiciones sobre los animales, cuánto los querían, así como otro estudiante que recordaba muy vívidamente cuando fueron del memorial a hablarles sobre lo que fue la reforma agraria. Entonces, él la hizo sobre ese tema. Y me sorprendió, porque era uno de los estudiantes más desinteresados, y terminó siendo el primero que hizo la décima… con todas las cualidades que contiene la décima”, dice la profesora de música del colegio Challay, Faloon Bourbuze.
“Para mi, como profesora, que no soy de Paine, que no conocía este mundo, es nuevo. (…) Y también con esta sensación de que también aprendí este arte”, comenta.
En esta aventura pudimos conocer a exponentes y cultivadores del canto a lo divino y canto a lo poeta de Paine y de otras latitudes, y nos adentrarnos en el arte de la décima como expresión de la creación en el seno del mundo campesino. Estamos contentos de este recorrido.
¡Sí, en décima y vida siguen los 70 de Paine, ‘ñor!
“Paine en Décimas es una semilla muy necesaria para la trascendencia de la cultura campesina. Nuestras niñas y niños, en este caso, serían esa tierra fértil en la que un día florecerá esta semilla y habremos cumplido con nuestra gente y su tradición”, reflexionó Mario Calderón, músico y conductor del programa.
Seguimos apostando por la identidad local. Esa campesina de ojotas y no espuelas ni mantas bien cuidaditas, que así dijo el jutre. Seguimos entendiendo que la memoria se defiende también desde la riqueza de la cultura popular hecha de surcos, sandiales y parrones. ¡La sangre de los 70 riega la tierra y la hace cosecha, futuro!
“Termina este lindo viaje/Se ordena la despedida/ termina este lindo viaje/Se ordena la despedida/ dejamos el equipaje/pa’ la próxima salida/ esta experiencia vivida/ me ha colmado el corazón/así lleno de emoción/en este bonito día/ofrezco con alegría/ mi sencillo corazón”.
En octosílabos: ¡La memoria no se rinde!