Con profundo pesar, desde Memorial Paine despedimos este sábado 19 de julio a Don Alejandro  del Carmen Bustos González, conocido por todos como El Colorín: el único sobreviviente de la brutal masacre patronal que, tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, arrasó con la vida de campesinos y militantes de nuestra comuna.


Su partida deja un dolor inmenso, pero también un legado poderoso. Alejandro no solo sobrevivió al horror: lo enfrentó con dignidad, coraje y memoria viva. Su testimonio fue clave para reconstruir los crímenes silenciados por décadas, crímenes cometidos con impunidad y brutalidad por fuerzas represoras del Estado y civiles coludidos.

La madrugada del 18 de septiembre de 1973, en el fundo Cullipeumo, Don Alejandro fue herido a bala en su hombro izquierdo y dado por muerto tras un fusilamiento colectivo junto a Carlos Chávez, Orlando Pereira, Raúl Lazo y Pedro Ramírez. Su cuerpo fue arrojado al canal de Panamá, pero sobrevivió. Lo imposible ocurrió: vivió para contar lo que nadie quería que se supiera.

Gracias a su memoria y valentía, el país supo quiénes participaron en esos crímenes: carabineros y civiles, identificados incluso con nombres y apellidos. La historia de Alejandro se ha plasmado en libros, entrevistas y documentales. Especial mención merece el libro «El Colorín de Paine: la venganza patronal», donde su relato –crudo, directo y conmovedor– desnuda la barbarie y el abandono que sufrió Paine.

Uno de sus pasajes más duros recoge el momento en que fue amarrado, golpeado y dejado por muerto mientras sus captores se emborrachaban celebrando:

“—A este weón hay que amarrarlo, se está haciendo el leso. Vino otro, entonces, con un alambre y me amarró las manos atrás por la nuca. Después, me empujaron de la banca para dejarme botado en el suelo. Cuando empezó a oscurecer, sacaron unas chuicas de vino y empezaron a prender fuego para un asado… Yo los veía desde mi rincón cómo se reían y emborrachaban, pero estaba muy quieto porque cuando se acordaban de mí, se acercaban civiles o pacos a darme de puntapiés por las costillas”.

Ese testimonio, validado por investigaciones históricas con el patrocinio del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Memorial de Paine, la Corporación La Serena 16 de Octubre y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, ha sido fundamental para evidenciar lo que durante años se intentó negar.

Alejandro Bustos fue más que un sobreviviente: fue testigo, voz y conciencia. Fue un guerrero incansable por la justicia y la verdad. Su vida es un símbolo de resistencia frente a la impunidad, y su historia seguirá siendo un faro para quienes luchan por los derechos humanos en Chile y el mundo.

Descansa en paz, Colorín. Tu voz no se apagará.

Te compartimos algunos registros audiovisuales de hitos importantes de la historia de episodio de Collipeumo.