Nos pone una tremenda satisfacción compartir con la comunidad la experiencia que vivimos en el Taller de Fotografía La Memoria Latente, iniciativa que impulsamos durante la semana pasada empeñados en destacar la importancia que la fotografía ha tenido en la construcción de nuestras memorias.

Contarles que construimos la estenopeica (o cámara oscura), primera cámara fotográfica de la que se tiene registro. Y, luego, nos volcamos al ejercicio de hacer una foto. Sí, allí en el memorial.

Entre sus mosaicos y un sol que calaba hasta el tuétano, hicimos magia; la magia de la fotografía. Pero, por, sobre todo, hicimos memoria; memoria latente e irreductible.

Se trató de una actividad que reunió a familiares de la tercera generación de los 70 de Paine y también a personas que hacen suyo el compromiso constante con la memoria y los derechos humanos.

Victoria y Daniela estuvieron con nosotros y, eso, nos alegra de sobremanera. Vinieron de Chada y Buin, respectivamente. Daniela psicóloga y Victoria hija de un fotógrafo de antaño, nos dieron cuenta de su sensibilidad y empatía a toda prueba.

“Me gustó mucho poder aprender algo nuevo y destaco la calidez del grupo que se armó, lo acogedor del espacio y también la disposición y paciencia de los profes, ya que eso hizo que haya sido una experiencia muy grata y me deja con ganas de seguir participando”, nos comenta Daniela.

Diego, nieto de Pedro Cabezas, estuvo allí como siempre. Blindado de la firme razón de su abuelo, construyó contento su estenopeica, pero ya será que haga su foto. Lo mismo Matilde y así también Amanda, Victoria y los que vengan.

Cuarenta segundos y memoria

Esta magia es de varias veces; tan latente como la fotografía y la firme memoria.

Ximena se cobijó sin pensarlo en el mosaico de su ‘taita’ Juan Núñez para hacer el primer registro, mientras su incondicional Fernando consiguió un autorretrato que mereció aplausos y elogios.

Jaime, hijo de Orlando Pereira, se asomó contento junto a su nieta Matilde y, a la hora de hacer la foto, eligió posar en el mosaico de su viejo. Mientras, Daniela y Fabián, firmes en la memoria de su abuelo Rolando, hicieron lo propio y se entregaron con suma atención y entusiasmo para lograr lo suyo.

Ensayo, error, ensayo, error, decía el ejercicio: en el primer negativo, se veía el mosaico, pero solo los pies de Jaime… ensayo, error, decía el ejercicio, y Jaime, como su viejo, no se rindió. Tampoco Daniela ni Fabián.

 

Bien puestas en el pecho

Hubo un día a partir del cual para cientos de personas fue preciso colgarnos una fotografía al pecho. Silenciosa en su soporte resquebrajado y deslavado, esa imagen consiguió -contra toda adversidad- derribar la mentira de genocidas, mandamases y sus capangas.

Desde entonces, la foto de las y los miles cuya existencia pretendieron desconocer, cientos de nosotras y nosotros la hemos hecho verdad inquebrantable bien puestas en el pecho. Será que, por eso, podemos recordar y derrotar la mentira. Será que así, y allí, cientos y miles siguen presentes.

Revisa las imágenes del taller de fotografía: